La emperatriz

Es el verdadero disco de grandes éxitos, hecho como a la antigua usanza: un recopilatorio de singles, que dada la solidez de los temas, funciona como un todo.

Un disco inteligente con canciones que han marcado un antes y un después en nuestro pop. Una artista que, casi desde el primer momento, trascendió la figura de cantante y se convirtió en personaje público. En altavoz de sí misma y de quienes se identificaron con su discurso original, nada dogmático, con muchos pliegues y novedoso en el terreno del pop. Y es que, en unas primeras escuchas, lo que más resalta del álbum es la temática donde afronta asuntos poco habituales en el pop (la familia, la fe, la moral…) y su manera de abordar las letras, a veces, directas, otras metafóricas



Pero, el disco se quedaría cojo si sólo hubiese textos interesantes. Lo que consigue que no te canses de escuchar el disco una y otra vez es una producción muy sutil, que no se impone y se muestra como un telón de fondo que cambia de color cada pocos segundos. Hay todo un jardín de sutilezas, cambios de ambiente, sonidos de bombo más duros o más suaves, un trabajo de voces fabuloso con ella en primerísimo plano. Y muy pocos elementos presentes al mismo tiempo para que todo respire.

Como en un cuadro veneciano, mientras Bandini ocupa el foco principal, hay otras escenas secundarias sonoras que hacen que el conjunto sea mucho más rico, más interesante y, sí, más noble. Retrato de emperatriz.