Espanto son Teresa y Luis, así, por sus nombres de pila. Todo en ellos es modesto, poco llamativo: sus nombres, su ocupación, (profesores), y hasta la ciudad donde habitan, Logroño, tan cerca de todas partes como lejos del mamoneo y el postureo de las grandes capitales. A Espanto uno se los imagina,( porque hay que imaginarlos, el 90% de la gente que conoce sus discos no sería capaz de señalarlos en una rueda de reconocimiento), viviendo una vida normal, de las de supermercado y tele. Grabando esas maquetas que se autoeditaban desde 2005 y que a partir de 2011 empezaron a convertirse en discos, que hacía que la gente se preguntase una a otra “¿has oído a Espanto?”. Son el último eslabón de una cadena muy española, porque gran parte de lo mejor que ha dado el pop español a lo largo de la historia ha venido de artistas que se han dedicado a no hacer ruido, a grabar discos como otros los escuchamos, solos y en casa. Fruta y verdura es un nuevo capítulo de la exploración de Espanto dentro del costumbrismo musical español. Tan heredero de Vainica Doble como de Astrud. Tan modesto como osado. Tan excepcional como la gente corriente.
Iñigo López Palacios.