LEÓN BENAVENTE

Retrato de cuarentón cultivado con fondo urbano. El paso del tiempo, los cumpleaños muy celebrados porque cada vez quedan menos, los amaneceres a destiempo, la comunicación constante de la esclavitud digital. El dolor en la nariz en lunes, los cuerpos tristes pegados para evitar el frío de la modernidad. Vidas inertes que resucitan en el cuarto de baño, colapsos emocionales, contratos temporales, miedos y temores masculinos compensados muy sabiamente con tres colaboraciones femeninas (Amaral, Tulsa, Arnal). 

Relatos cantados en tono de cafetería o en consigna de manifestación entre sintes y algún sampleo. Furia en bajo saturado para narrar la angustia de la vida cotidiana que no se nota y la Historia que pasa, pero no pesa. Arpegio en delay para contar el pánico de ser llamado a declarar como testigo excepcional de uno mismo. El horror de no saber qué decir cuando estés en el estrado de tu propio tiempo. Futuro, futuro y más futuro. Los proyectos no cumplidos y la estúpida esperanza como forma de perpetuación del fracaso. 

Más cigarrillos apagados que volcanes encendidos. Letras para tristes tigres, música para leones rugientes.