Intensidad casi emo con las guitarras desbordadas en el segundo disco de Yawners. Un sonido extraordinario, denso y aguerrido, con la voz en tono confesional donde el castellano le sienta aún mejor que el inglés, idiomas que combina en el disco.
La naturalidad con la que han adoptado y derivado la onda Weezer, Pavement o el punk pop de principios del siglo XXI es fascinante. Y en medio de este bosque de distorsión hay lugar para describir un buen número de grandes canciones con el drama justo para resultar creíble. Y eso es ya suficiente entre tanta máscara.