31/03/2023
Cuando #SesionesRuidoByStubHub comenzó su andadura, lo hizo con la intención de que los artistas que en alguna edición hubieran sido finalistas de nuestro Premio mostraran algo diferente en directo. Se trataba de que pudieran expresarse en un contexto más íntimo, sin necesidad de presentar trabajos nuevos, que formulasen sus canciones de otra forma, tal vez, más atractiva.
Aries, en la tercera sesión de #SesionesRuidoByStubHub, lo hizo con una fidelidad a sí misma abrumadora y, por momentos, convirtió el Ballesta Club en un local berlinés. Y es que la elección del Ballesta Club no pudo ser más acertada. Desde su reforma, se ha erigido por méritos propios en un referente de la mejor música electrónica del país. Perfecto recinto para presenciar a una artista que no ofrece conciertos al uso. Ni hace discos típicos. Ni falta que hace. Además, se rodea de un público que sabía muy bien lo que venía.
Y si elección del local fue acertada, también se puede decir lo mismo de los artistas invitados: Morreo y la intervención de Rocío Saiz DJ de Las Chillers y Monterrosa.
Aries abrió con “Si te desanimé” y, desde el principio intercaló temas de todos sus álbumes. Y aunque dejó para el final su colofón final de su último trabajo, tal vez se echaron de menos más canciones de “Juramento Mantarraya”.
Aires desplegó su flemático savoir faire desde el primer momento y dejó muy claro que no sólo cuida la imagen de sus vídeos o sus portadas. Reforzó su música con una serie de visuales que, pese a algunos problemas técnicos, respaldaron su magia sonora. Aries mostró por qué hay pocas artistas comparables a ella, no sólo en la península.
Su concierto partió de mil raíces a la vez, sugiriendo distintas latitudes al mismo tiempo. Uno de los clímax del concierto fue “Eclipse total”, tal vez una de sus mejores canciones que fue muy celebrada entre sus fans.
Con sólo dos samplers, un secuenciador y un micrófono fue lanzado ideas y transformando canciones. Por ejemplo, en directo, sus temas realzan hacen mucho más los elementos rítmicos que en los discos. Además, hace gala de una perfecta afinación, con lo que no se echa de menos toda la masa coral que emplea en estudio.
Podíamos usar el tópico y decir que “Aries ejerció de chamán y nos llevó con su música a otros universos, blah, blah, blah…”. Pero no. Lo que propone es muy distinto; recupera el verdadero sentido del verbo inglés “to play”: que es tocar, pero también significa jugar. Se trata de avanzar hacia lo inesperado, a veces de forma tan sencilla que roza lo naif...otras veces, es más compleja, quebrada y sofisticada. Sus estructuras circulares no responden al paradigma de la canción tradicional sino que vuelca melodías pop en estructuras o, más bien, anti estructuras electrónicas.
Cuando hablamos de que un concierto es una de la pocas experiencias que necesitan ser presenciales y que es imposible que reproduzcan lo vivido a través de una pantalla, en el caso de Aries, esa afirmación aún se acentúa más. Desde el escenario borra la distancia con su público y les propone un juego. Pero en ese juego no hay certezas sonoras sino que despierta preguntas...Fue una máquina humana de romper prejuicios. Aries hizo de creadora, pero también recreadora y se remezcló a sí misma. Sus letras, llenas de bruma, contrastan con su sonido mántrico y repleto de sol. Y esa dualidad la hace inclasificable. En el Ballesta Club, la palabra “hibridación” se hizo presente.
Después de esta tercera y fabulosa #SesionRuidoByStubHub, esperamos con ansia a nuestros próximos invitados en el 40 aniversario de la sala El Sol: Biznaga.