31/03/2023
Como si con los primeros meses de 1991 no hubiéramos tenido suficiente, entre el 12 de agosto y el de 24 septiembre, saldrían a la venta una serie de discos de ventas estratosféricas, que aún siguen sonando en todas las emisoras del planeta y que marcarían un antes y un después en el panorama musical.
El 12 de agosto Metallica sacaba su quinto disco de estudio. Debido a su portada negra se le conocerá como “The Black Album” y lo produjo Bob Rock que les convirtió en una banda más asequible y ellos mismos rebajaron el nivel de complejidad de sus composiciones. Tanto ayudó a su sonido que vendieron 15 millones de álbumes. El trash metal se hizo popular y sigue siendo una de las bandas de rock hoy que llena estadios. Fue la recompensa a una década de duro trabajo. Apenas dos semanas después, unos debutantes llamados Pearl Jam lanzaron “Ten”, y aunque tardó en arrancar, llegaron hasta los 13 millones de copias. Junto con el fenómeno Nirvana abrieron una puerta por la que entraron muchas bandas independientes que pudieron firmar grandes contratos con multinacionales.
Pero, el disco más deseado del momento era el siguiente de Guns N’ Roses. Habían pasado cuatro años desde su debut y sólo había aparecido el mini LP “Lies”. El 17 de septiembre su esperadísimo doble doble álbum, “Use Your Ilusion I y II” llegó a las tiendas entre interminables colas. Eran el grupo de moda, transversales y polémicos, con millones de fans que no sólo esperaban sus nuevas canciones sino que seguían las andanzas y trifulcas entre los miembros de la banda o de la banda con el resto del mundo como se sigue una serie en Netflix. Lanzaron su nuevo material al mismo tiempo en dos discos dobles acompañados de una serie de vídeos que se encuentran entre los más vistos en YouTube de las bandas del XX. Tal vez, sean la última gran banda de rock en el sentido estricto del término.
Al otro lado del océano, la clase obrera inglesa, cansada de luchar contra el neoliberalismo de Margaret Thatcher y de perder una batalla tras otras, se refugiaba en la música.
El público llenaba los festivales que forman parte de la tradición británica tanto como los fish and chips, la cerveza caliente o la moqueta en los baños de las casas. En uno de esos festivales, en Reading concretamente, Perry Farrel de Jane’ s Addiction se inspiró para crear su Lolapalooza, el primer festival itinerante que, precisamente, convocó su primera edición en 1991.
Pero donde más y mejor se solazaban los ingleses de finales de los 80 y principios de los 90 entre éxtasis y horas de baile, era en clubes como The Factory en Manchester y en raves multitudinarias semiclandestinas. La fiebre del acid house supuso otra manera de relacionarse y de recomponer una sociedad deshecha como a través de beats y química.
Primal Scream fueron la banda de rock que mejor entendió el mundo de los clubes y logró una mezcla perfecta entre lo antiguo y lo nuevo. El 23 de septiembre, veía la luz “Screamadelica” de Primal Scream. Andy Weatherall, su productor fue tan o más importante que la banda para este disco. Los productores británicos son otra especie en sí.
El mismo día que “Screamadelica” vio la luz, Pixies, una de las bandas favoritas de Kurt Kobain y sobre la que modeló sus composiciones -la estrofa suave y el estribillo fuerte, normalmente con los mismos acordes- lanzaban “Trompe le Monde”.
Pero, lo que sucedió al día siguiente, el 24 de septiembre, es digno de entrar en el libro Guinness de los récords. Tres álbumes definitivos en un sólo día:
El quinto álbum de Red Hot Chili Peppers, es el primero para Warner “Blood, Sugar Sex, Magik ” donde se pueden permitir, por fin, trabajar con el deseado Rick Rubin como productor y contar con Gus Van Sant en la dirección artística. Su mezcla de funk, metal, rock y pop, y una serie de singles nada obvios, pero muy pegadizos les lanzó al estrellato. Vendieron 15 millones de copias. Sin duda alguna, los torsos más conocidos de EE.UU.
Sin movernos del calendario visitamos a Soundgarden que, aún no tenían “Black Old Sun”, pero su tercer álbum ya les ubica como una de las bandas del momento. “Rusty Cage” es la canción con la que abren este gran “Badmotorfinger”. Será uno de los temas que Johnny Clash grabará en sus “American Recordings”, producidos y concebidos por Rick Rubin.
El 24 de septiembre aún no ha terminado con su colección de joyas para la eternidad. Ese mismo día se publicó el álbum que lo cambió todo: “Nevermind” de Nirvana.
La de “Nevermind” aún se hace notar y su intensidad no disminuye sino que presenta un discurso y un sonido que tienen perfecta cabida en la rabia y vacío existencial de la en la actualidad. Han pasado 30 años, diez más que la distancia que hubo entre el primer single de Elvis y el primero de los Ramones, y siguen vigentes, hasta en la moda. Al éxito de este álbum contribuyó notablemente la producción de Buch Vig (después, miembro de Garbage) y las habilidades de su batería, Dave Grohl, ahora al frente de Foo Fighters y con más poder de convocatoria que Nirvana en su momento. Hasta su icónica portada cumple su propia profecía. El bebé sumergido en la piscina que salía persiguiendo un dólar, 30 años después, persigue 150.000 dólares en la reciente demanda que ha interpuesto a la banda por daños y perjuicios acusándoles de “pornografia infantil”. Es el signo de los tiempos.
El fenómeno “Nevermind”
“Nevermind” supuso un cambio de guardia tan grande que casi alcanza en importancia la hazaña previa de N.W.A. Sólo con escuchar una vez en la radio “Smells like Teen Spirit”, de pronto, toda la escena de hair metal de Los Ángeles sonaba anticuada. El cardado, el pantalón de cuero y los solos a velocidades imposibles se fueron directos al cementerio. El éxito de Nirvana fue tan desmesurado que su propio líder no pudo resolver los dilemas que entrañaba su espíritu independiente con su realidad de multinacional. Fue un dilema que marcó con fuerza el debate cultural musical y que ha sido una cuestión primordial ante la que los artistas tenían que rendir cuentas o dar explicaciones hasta hace pocos años. España no permaneció al margen del impacto de Nirvana ni esos dilemas. Con el éxito de Nirvana y el grunge se inició una década y otra época. La prensa española buscó su Seattle particular en la península con el que acomodarse al signo de los tiempos y Gijón fue la ciudad escogida. Ciudad del norte, lluviosa, postindustrial y de calado cultural con una gran cantidad de bandas que probaban sonidos menos habituales. Se les agrupó bajo la etiqueta“Xixón Sound”. Australian Blonde como punta de lanza fueron casi los primeros en cobrar relevancia, pero sufrieron también el juicio de la escena musical. En el banquillo: Australian Blonde. La acusación: su contrato con RCA y, sobre todo, el anuncio que protagonizaron para Pepsi. El veredicto: dejaron de molar y eran unos vendidos.
Los pioneros suelen pagar el precio y cargan con todos los pecados en exclusiva. Suelen salir mejor parados, quienes vienen después. Dover fueron los mayores beneficiados del efecto Nirvana. Se forjaron en torno a las composiciones de Kurt Kobain y fue precisamente un anuncio de televisión, entre otros factores, lo que les lanzó hacia las ventas masivas sin coste ninguno para su credibilidad.
Tras la debacle de la industria discográfica y de la mayor parte de las fuentes de financiación de las bandas, es casi imposible encontrar un artista que no trate con marcas, sean multinacionales o no.
Próximo capítulo. Parte 3. España y su 1991