Manual de Romería, de Rodrigo Cuevas

Rodrigo es un etnógrafo trabajando en el despacho de su romería. Rodrigo da nueva vida al pasado. Rodrigo sienta en su mesa al pasado y al futuro para que escancien un culín de presente. Él es artista y es pueblo. Es el yo y la comunidad. Rodrigo multiplica tradiciones.

Es puro cubismo musical para ver varios puntos de vista a la vez. Abre fisuras en el tiempo y como un Picasso que compra lejanas máscaras africanas, él encuentra cercanas máscaras asturianas.

Refleja un mundo rural que él ha enriquecido gracias a su cosmovisión urbana. No es sólo un disco que dé saltos en el tiempo, sino que también trasciende terrenos porque “Romería” bien podría ser “Morería” y “Allá Arriba” es un barco hacia el otro lado del Atlántico. 

Rodrigo coge de aquí y allí y es capaz de mezclar la fuerza explosiva del verso seco y directo del Martin Fierro con el fluido canto al campo de Virgilio en Las Geórgicas.

Y todo ese collage de fragmentos se tejen en su mesa de mezclas mágica gracias al flexible hilo de su voz. Es su voz la que lo agrupa todo y le da sentido. ¡Cómo narra con esa dicción redonda que se hace presente sin imponerse! La voz de Rodrigo suena como un consejo y su timbre invita a todo el mundo a que entre. Niños, jóvenes, viejos. Rodrigo no segmenta audiencias en su romería. Si hay algo detestable en la ciudad es que sus fiestas separan generaciones, 

Este disco no es un disco, es una tesis doctoral. Para ligar, para amar y, sobre todo, para vivir. Manual de vivería.