31/03/2023
¿Cómo os conocisteis?
Nos conocimos en la ESO. Intimamos sobre todo en segundo curso, cuando hicimos un viaje de estudiantes a la nieve. Ninguno de los dos queríamos esquiar y decidimos desviarnos del grupo y quedarnos sentados durante toda la mañana. Allí empezamos a decir tonterías y a reír sin parar y fue a partir de ese momento que vimos que teníamos muchas cosas en común, sobre todo la actitud de estar en la vida con humor y sacando el lado divertido a todo lo que nos pasa.
¿Por qué las citas ochenteras? Es un recurso emocional que tiene que ver con Yo fui a EGB, apelando a los años dorados de nuestra infancia / adolescencia. Por cierto, ¿fuisteis a EGB?
Pues surgió un poco sin quererlo. Fue a partir de la canción de Macaulay Culkin. El estribillo de la canción se nos ocurrió hace unos cuantos años. Lo retomamos y empezamos a escribir el resto de la letra. Después con KITT hemos seguido la misma fórmula, pero la historia de la canción también nace de una anécdota muy tonta. En cualquier caso, nos hemos dado cuenta de que la nostalgia, el costumbrismo y el humor son una mezcla muy potente que mueve a la gente. No fuimos a EGB, fuimos niños de la ESO, aunque tenemos muchos referentes anteriores a nuestra época. Somos unos freaks.
Conectáis con un público que conoce los referentes de los que habláis, pero también llegáis a gente que no vio El Coche Fantástico. ¿Dónde está vuestro secreto?
Tenemos un público muy heterogéneo. Es curioso porque nos encontramos a gente joven que a pesar de no conocer estos referentes ríe con ellos. También nos empieza a pasar con gente de otros países como México, Chile, Argentina… Allí guiños tan locales como las referencias al cassette del Junco o a la colonia Brummel seguramente se pierdan en el camino, pero sin embargo parece que entienden el concepto global de la canción. No conocemos el secreto, así que quizá el secreto es no conocer el secreto.
Ambos sois periodistas. Y músicos. O lo que es lo mismo… ¿queréis más a papá o a mamá?
Periodistas somos, pero músicos como tal no somos. Sabemos algo de música, estamos aprendiendo, pero nos consideramos más entretenedores, showman /showoman, creativos… Hemos dado forma a unas canciones, pero también podríamos haber escrito un guión, o grabado un podcast de radio.
En cualquier caso, hemos escrito las letras y las melodías de nuestros temas y no nos quitamos mérito por ello, pero solemos trabajar con el apoyo de Ignacio Miranda, nuestro productor. El periodismo en nuestro caso es vocacional y siempre estará ahí de alguna u otra forma, pero el proyecto ladillo es muy goloso en estos momentos y tenemos muchas ganas de seguir alimentando a la fiera.
¿Creéis que el periodismo aún tiene poder de lanzar un grupo o ponerlo de relieve?
Desde luego hay casos de bandas que han crecido mucho gracias al favor de los medios y a buenas campañas de prensa, pero hoy en día creemos que estar todos los días en los medios no lo es todo. A nosotros por ejemplo no nos gusta exponernos mucho si no tenemos algo nuevo que contar. Por otra parte hay bandas y grupos que apenas tienen difusión y que viven de la música. Igualmente el periodismo cultural y musical es muy importante y hay que cuidarlo y protegerlo. Cuando los periodistas tienen/tenemos tiempo para preparar una entrevista o un reportaje, para mimar todo eso, el resultado tiene también un valor y un peso, y se convierte también en cultura, y no en propaganda.
¿De dónde viene vuestra afición a la rumba o la Tecno rumba?
Cuando éramos adolescentes, en el instituto, escuchábamos mucho a Los Chichos. Nos grabamos unas cuantas cintas entre unos cuantos y nos las íbamos pasando. Nos flipaban las melodías, los arreglos y todavía hoy los escuchamos mucho. También nos pilló la época fuerte de Estopa, por ejemplo. Y ya de más mayores fuimos investigando en una serie de grupos que deberían ser más reivindicados: Las Grecas, Tijeritas, Tonino, Tony el Gitano… Los poníamos en todas nuestras fiestas en casas y nos volvíamos locos.
Han vuelto los estilos suburbiales, pero dotados de un prestigio que no tenían. ¿Qué ha cambiado?
Hace poco Luis Troquel volvía a recordar en una entrevista eso que él llama ‘apartheid cultural’ para referirse a los artistas de gasolinera. Supongo que con los años aprendemos a identificar el clasismo inherente y lo empezamos a combatir. Para ser justos, por ejemplo muchos grupos y músicos gitanos han hecho grandes cosas en la música y han tenido muy poca o casi nula visibilidad. Se les ha dado la espalda. A los gitanos y también a las músicas de las periferias, de los márgenes. Ahora se empieza a valorar más que todas estas músicas son importantes porque retratan un momento, unos escenarios y nacen de las historias de la gente, y no de los despachos de los departamentos de marketing de las discográficas.
¿Cómo afrontáis ser los Maestros de Ceremonias de la 5ª Edición de Premio Ruido?
Es todo un reto y lo afrontamos con mucha ilusión. Es todo un privilegio poder presentar estos premios y sobre todo delante de tantos compañeros de profesión, periodistas y músicos.
¿Qué planes tenéis próximamente?
Estamos escribiendo mucho y vamos a empezar a producir nuevos temas en breve. Tenemos varias canciones en construcción y la idea es ir mostrándolas poco a poco. Todavía no sabemos si formarán parte de un EP, de un disco… Ya veremos.